Rellenando mis grietas con oro
¿Nos puedes contar por qué has escrito este libro ?
Con el fin último de concienciar a la sociedad (compañeros, jefes, amigos, familiares, vecinos…), para que acompañen a la víctima y empaticen con ella.
Y sobre todo, para que no le den la espalda.
ENTREVISTA
¿Por qué escribir un libro de mobbing, cuando ya hay publicados varios en el mercado?
En primer lugar, este no es ni un libro técnico, ni de carácter psiquiátrico o psicológico, ni mucho menos legal. Es un testimonio autobiográfico para conocer el sufrimiento y la vivencia desde la piel de la víctima.
Dicho esto, consecuencia de la concatenación de acontecimientos acaecidos durante todo el proceso, me animé a compartirlo públicamente por varios motivos:
Principalmente, para compartir con otras víctimas o potenciales víctimas mi vivencia en primera persona como víctima que ha sufrido este terrorífico delito, abordando todo el proceso: desde el inicio del acoso en la empresa hasta el final del proceso judicial. Asimismo detallando todas las dificultades reales que se encuentra una víctima de mobbing o acoso laboral en España.
Evidentemente con el ánimo de visibilizar este tipo de delitos que cada vez son más extendidos y prácticamente no reconocidos por los estamentos (sanitario y judicial) que deberían dar soporte a las víctimas.
Y con el fin último de concienciar a la sociedad (compañeros, jefes, amigos, familiares, vecinos…), para que acompañe a la víctima, empatice con ella y para que no le de la espalda.
Todas podemos ser o convertirnos en víctimas en algún momento. Nadie está exento.
Y todo ello, lo he querido abordar desde los sentimientos y pensamientos más profundos. Narrando con detalle cada situación desde los ojos y las entrañas de la víctima.
¿Porqué el título de “Rellenando mis grietas con Oro”?
Esta terrible vivencia de mobbing me obligó a romper con mi trayectoria profesional por sufrir trastorno de estrés post traumático (TEPT) crónico, agravado como consecuencia del gran desconocimiento y la falta de apoyo por parte de las instituciones de soporte.
De modo que he querido hacer un paralelismo con la recuperación de una experiencia traumática como consecuencia de haber sido víctima de mobbing y la técnica japonesa Kintsugi, por la cual una porcelana que se ha roto y se ha reparado, adquiere más valor.
Las víctimas de mobbing sufrimos una destrucción total como seres humanos. Se nos arrebatan nuestros derechos humanos en el ámbito de trabajo, y no sólo no nos ampara la empresa sino que no lo hace la sociedad. Generando una mayor rotura y complicando mucho más la reparación. Es una dura realidad en la cual se nos re victimiza continuamente.
He querido compartir mi vivencia públicamente con el ánimo de trasladar que tras una ruptura emocional completa, he logrado reconstruir todos mis trozos uno a uno, aquellos que despedazaron en su momento, y los he sellado para convertirlos en un nuevo jarrón. Pero ese jarrón es diferente ahora, porque tiene una historia que contar.
Sin perder el optimismo y la esperanza en que la recuperación es posible, el mensaje que quiero transmitir es muy crítico ante la realidad de un panorama sociológico aterrador.
Por ende, sin vergüenzas, sin culpabilidades y sin etiquetas; cuestiones que me han atormentado y recriminado continuamente durante todo el proceso.
¿Has sentido que por ser mujer te convertiste en objeto de mobbing?
Esa ha sido mi experiencia y la de muchas de las personas con las que he compartido este tipo de acoso. Puedo decir que lo sufren en un porcentaje superior más mujeres que hombres; clarificando que no estoy discerniendo en que el género sea un factor único, ni necesariamente vinculante.
No obstante, en los casos de mujeres que he conocido, se suele generalizar más en jefes u organizaciones (adicionalmente de rasgos narcisistas o perversos) con un perfil misógino o machista, o en el caso de organizaciones, aquellas que permiten este tipo de actitudes o conductas.
En mi caso, trabajaba en una organización donde la estrategia organizacional ya permitía la discriminación por género y el techo de cristal para las mujeres.
Posteriormente, sufrí acoso sexual por mi jefe, el cual decidió continuar con su acecho tras mi negativa a través de otras vertientes del acoso laboral o mobbing: bossing (mobbing vertical descendente), mobbing horizontal, mobbing institucional o estratégico, mobbing de dirección y mobbing disciplinario.
No paró hasta eliminarme. Y lo consiguió.
¿Has abordado tu relato sin autocensura?
En efecto, el relato es completo, no tiene ningún tipo de censura. Únicamente, he tenido que evitar hacer referencia a fechas, lugares y detalles geográficos o gráficos concretos, así como los nombres de las personas implicadas y de la empresa, para evitar cualquier similitud o identificación de estos por el potencial daño que podrían ejercer de nuevo hacia mi persona.
De igual modo que he expresado con detalle mis más íntimos pensamientos y sentimientos de momentos delicados y fases críticas que vivimos las víctimas que no se suelen compartir públicamente.
¿Te ha generado algún tipo de repercusión el utilizar tu nombre real en el libro?
La decisión de abordar el libro en primera persona y sin seudónimos ha implicado renunciar tanto a mi intimidad personal como a mi experiencia profesional y con ello, indudablemente, a mi posible futura trayectoria.
Al menos en mi ámbito laboral, he quedado estigmatizada para cualquier futuro profesional asociado a mi experiencia previa.
Así pues el daño a mi imagen y prestigio profesional, por el que me había esforzado durante casi 15 años de mi vida, ya era total, una vez que se me practicó el acoso.
Me lo arrebataron todo con ese acoso, y especialmente después con la resolución del proceso judicial.
En ese aspecto, no pienso que pueda perder más. Porque profesionalmente, también parto de cero.
¿Tienes miedo a posibles consecuencias?
Por supuesto que tengo miedo. Me dañaron terriblemente muchas personas, las cuales tuvieron mucho poder entonces. De hecho, el sistema judicial no me respaldó ante tal injusticia. Por lo que actualmente no albergo sentimientos de credibilidad en los Organismos de Justicia.
Así que debo añadir otro miedo adicional fruto de mi experiencia que es la duda razonablemente sólida en que el sistema judicial pudiera respaldarme en un futuro si lo volviera a necesitar.
Y sin olvidar que al publicar este libro como víctima me expongo a ser señalada de nuevo y a ser etiquetada como una persona débil o inestable emocional, como ya lo hicieron en su momento.
¿Crees que la sociedad conoce el mobbing y sabe cómo actuar ante un delito así?
En absoluto. El mobbing es un acoso poco conocido, muy incómodo de abordar por los estamentos de soporte y apenas aceptado por la sociedad.
La realidad es que el contexto social continúa sin comprender ni empatizar con las personas que sufren este tipo de delitos y que ocasionan tal sufrimiento que derivan en graves riesgos para la salud. Hasta el punto de ocasionar enfermedades cardiovasculares y en la mayoría de los casos, enfermedades psicológicas severas que tienen un componente agravante de ser provocado por personas cercanas en el puesto de trabajo. Lugar donde pasamos el 75% de nuestra vida.
Por ello, me animé a compartir mi experiencia. Pretendo manifestar la realidad oculta de esta lacra que afecta a los trabajadores y que se permite por parte de todos.
No me refiero sólo a la institución empleadora, sea tejido empresarial privado o Administración Pública, sino a jefes y compañeros, a organismos y entes que deberían proporcionar respaldo a los trabajadores (sindicatos, departamentos de Riesgos o de Cumplimiento, PRL, RRHH) y por supuesto, a los distintos estamentos (Mutuas de Trabajo, Seguridad Social, Ministerio de Justicia, Inspección de Trabajo, Inspección de Sanidad) que deberían de reprender estos hechos y proteger a las víctimas.
¿Qué etapas crees que son las más duras para una víctima?
Desde mi punto de vista tal y como lo he vivido yo como víctima, la etapa de la toma de conciencia con el acoso es muy delicada y crítica, en la que se debe de tener un buen soporte a todos los niveles para poder contener el avance del deterioro psicológico de la persona.
En mi caso, fue una etapa muy desconcertante para mi y para los que estaban a mi alrededor.
A lo que hubo que añadirle la falta de conocimiento o identificación del propio acoso por parte de los profesionales sanitarios de la Seguridad Social y de la Mutua.
Por otra parte, la etapa posterior a la propia del acoso, es una fase fundamental que se pasa por alto, y que sin duda puede ser la más traumática. Al menos, esa ha sido mi experiencia. La falta continua de empatía y de rigor por parte de la sociedad (amigos, familiares, servicios públicos), por parte de abogados, jueces, fiscales y por supuesto, por la Inspección de la Seguridad Social. Es vergonzoso y vergonzante como se trata a las víctimas.
La sociedad continúa sin estar preparada para querer abordar estigmatizaciones de este tipo a otras personas. Incluso, no gusta tratar con personas que pasan por depresiones muy severas como resultado de un acoso en el trabajo. Se pone en duda continuamente la fortaleza emocional o psíquica por parte de la víctima. Es denigrante.
La victimización secundaria que sufrí tras el proceso judicial fue realmente dura y ralentizó enormemente mi recuperación. De hecho, cronificó síntomas y secuelas.
¿Cuáles dirías que son los objetivos principales de tu libro?
He intentado transmitir el dolor y la vergüenza en primera persona, para tratar de acercar al que lo sufre y a su entorno más próximo, e incluso al que lo hace o lo ve, cuál es la vivencia y las consecuencias para la víctima.
Describiendo la crudeza de la vivencia sin censuras, aún siendo un relato tremendamente duro, para que se perciba la vivencia real, sin edulcorantes añadidos.
Con el fin de dar a conocer los síntomas, el sufrimiento y las necesidades que demanda una víctima de mobbing. Que sientan lo que hemos sentido nosotras. Que sientas la lucha interior y empatices con aquellas personas que tienes a tu alrededor que están viviendo una situación denigrante, un delito no reconocido por la sociedad.
Del mismo modo, quiero trasladar a otras víctimas que en el momento no somos capaces de ver una salida o incluso seguimos padeciendo sus secuelas durante periodos prolongados de tiempo, que existe un mañana aunque sientan que no lo hay. Hay salida. Habrá un futuro, también para vosotras. Y para ellas. Y en ese momento dejamos atrás el ser víctimas para convertirnos en supervivientes, saliendo tremendamente fortalecidos por haber superado un escenario tan terrorífico.
Por último, tal y como aludes en el título, ¿puedes decir que te has reconstruido?
Con un alto coste de esfuerzo y tiempo y tras mucho sufrimiento, ahora puedo decir que soy una versión mejorada de mi misma, antes de sufrir mobbing. Y me siento orgullosa por haber sido capaz de superarlo y ser una superviviente.
En realidad me llevo lecciones aprendidas maravillosas que he pretendido acercar a otras víctimas. Entre muchos de esos aprendizajes, con esta traumática experiencia, he aprendido que mis cicatrices son bellas y no tengo porqué esconderlas.
Esas cicatrices me recuerdan que he luchado mucho por reconstruirme y visibilizan al resto de los seres humanos que he pasado por una guerra en la que me destruyeron y me he tenido que reconstruir.
Así pues me he convertido en el jarrón que solía ser, aunque es ineludiblemente diferente, y ahora muestra unas visibles grietas de oro.
NUESTRO AGRADECIMIENTO, CRISTINA, POR TU TESÓN Y VALENTÍA.
PERFIL PROFESIONAL Todas podemos ser o convertirnos en víctimas en algún momento. Nadie está exento.
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